viernes, enero 20, 2006

LA CACA: PROBLEMA NACIONAL

He caminado desde lejos
Para llegar a tu balcón
Traigo en mis manos la guitarra
Y en mis pies, un mojón.

(Canción del mariachi santiaguino)


Las elecciones presidenciales ya son historia. Ya tenemos nuevas y grandilocuentes promesas recién salidas del horno, que nunca se cumplirán. Las venideras son municipales, en 2008. Para entonces, las promesas no serán tan portentosas. Nada de desigualdad, de sistema previsional, de subcontratos o de pensión para todo el mundo.

Lo que se prometa en tres años más será más aterrizado: tapar los eventos de las calles, intentar que el colector que nunca ha funcionado efectivamente funcione o poner un par de guardias más para que los delincuentes se atemoricen ante tamaña amenaza.

Pero hay un tema que nunca se aborda en esas horas previas. Un tema urgente, la gran tragedia de los peatones. La caca, la plasta canina que invade las veredas de todas las zonas residenciales de Santiago, desde la más pirula hasta la más humilde. Esa masa asquerosa que no respeta las ganas de andar con la cabeza apuntando hacia delante, de caminar pensando en la tragedia de la vida, en las gracias del destino, en las labores pendientes o, simplemente, en las particularidades del paisaje.

No. Porque un descuido basta para que una porción de excremento de perro se adhiera irremediablemente a la suela de nuestros zapatos, colándose en lo más profundo de sus ranuras y rugosidades, lo que transformará a cualquier medida de emergencia —limpiarse en la tierra, en el pasto o, en una venganza contra una ciudad que nos golpea tan bajo, en la muralla— en algo prácticamente inútil. Si la masa está relativamente fresca, peor aun.

Lo que sigue es tanto o más indigno: apretar los dientes y mantener la compostura para no engrosar nuestro infortunio con las miradas socarronas o lastimeras del entorno; poner cara de “así es la vida” a quienes perciben nuestra pestilencia en un pasillo, un ascensor o donde sea que nos crucemos con alguien (porque eso es seguro: nos cruzaremos con alguien); meter la suela bajo un chorro de agua corriente y tratar de limpiarla con algo que, de seguro, declararemos inutilizable; o limpiar cada ranura de la suela con un clavo o varilla, pensando en cuántas cosas mejores que ésa podríamos estar haciendo (es decir, prácticamente lo que sea).

¿Por qué mierda hay mierda en las calles? Nuestros amigos europeos nos llevan años luz de ventaja en estas materias. Acá, el dueño deja que su regalón escoja el lugar que mejor le plazca para evacuar sus excretas. Si es al medio de una vereda, mala cueva.

Allá, en cambio, los mojones no pueden ser abandonados así como así en la vía pública. El dueño debe escoger: o una poco vistosa bolsita porta caca (no recomendable para quienes utilizan su mascota como herramienta de flirteo) o excreciones indoor. Así de simple. Y no queda otra, porque las sanciones son claras: si el perro defeca en el espacio público, al dueño lo multan como si hubiera sido él mismo quien lo hizo. Y claro, no es el animal el encargado de tener noción sobre convenciones sociales.

Los municipios se preocupan de la basura en las calles durante el día, del ruido en el aire durante las noches, pero de la caca que se eterniza en las veredas, nada. Que los postulantes de 2008 recojan esta iniciativa y pongan fin a este flagelo. ¡Educación defecacional, ya!

(Ahora, algunas muestras para tener especialmente en cuenta)

El mojón alevoso: una plasta de grandes proporciones que deja al calzado con caca por donde se le mire. En la foto, se puede apreciar la huella del infortunado de turno.






El chongo: mojón cuyo reducido tamaño dificulta (a diferencia del alevoso) la detección de reojo y favorece al pisotón. Los más cortos de vista hasta podrían confundirlo con una hoja, un terrón o lo que sea. Peligroso.






El mojón del pasto: Usualmente pisado cuando se corta camino y se cruza por la mitad de la calle. Es uno de los más desgraciados, ya que puede camuflarse e, incluso, ocultarse, cuando el pasto está muy largo.





El mojón fósil: una bendición de caca. El paso del tiempo y de los pies de decenas de víctimas lo han transformado en algo totalmente inofensivo. Píselo con tranquilidad.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante lo de la caca. Vaya problema para las municipalidades!

Para ahondar mas en el tema tengo dos propuestas o lineas de investigación futuras (ya que creo que es un buen inicio):
*Primero, adentrarse en las anecdotas de las pisadas de caca, que no solo incluyen la limpiada con alguna rama, sino que pueden llegar al tropezón y posterior caida al mojón con todo el cuerpo encima. He escuchado varios casos de aquello.
*Segundo, los perros en europa. No es por elitizar la discusion sino todo lo contrario, desmitificar. Las canes del viejo mundo son lo mas fome que hay. Con tanta restricción, y con tan poco espacio (debido a la gran densidad habitacional de las ciudades y a los escualidados departamentos europeos), los perros son en su mayoría obesos y no ladran!. Si escucho usted bien, los perros en europa no saben ladrar, porque jamas han conocido otro perro en su vida, viven encerrados en un depto de 2x2 y los sacan a pasear una tarde a la semana.

En conclusión, que preferimos; un fiel amigo simpático y juguetón, que se caga, pero bueno, todos tenemos nuestros problemas. O, por otro lado, un androide frio y mezquino que lo hace todo correcto, no te molesta, no corre, no ladra y no caga.

Tarea para la casa

15/2/06 8:31 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Estoy de acuerdo, necesitamos la caca!!. La verdad, hace entretenido el caminar, hay que andar siempre atento....

Una cosa respecto a la página, justo lo leí hoy y se relaciona mucho con vosotros:

"For those colours which you wish to be beatiful, always first prepare a pure white ground." Leonardo Da Vinci

Slds,
LGJ

16/2/06 10:39 a. m.  
Blogger Sebastián said...

Llamativo eso del tropezón y posterior caída en la caca. Debe ser un momento muy duro. Mi colega Mauricio ma ha sugerido otro ejemplar interesante: el mojón humano en el campo, oculto entre ramas y pastizales. En los roqueríos de las playas también se suele ver. La procedencia de esa plasta debe hacer del eventual pisotón algo mucho más duro. Difícil momento.

Saludos,

Sebastián

16/2/06 2:29 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Profitando del Pecé de don Werner di con este blog. Leí con atención el profundo problema de la defecación ambulante que afecta las calles de nuestro país. Pero, y aunque no es mi intención defender a los canes, hay que reconocer que la caca de caballo es (en términos de hedor) lo peor que puedes pisar. Tu dignidad de ser humano se reduce a su más mínima expresión cuando ese olorcillo a heno no digerido emana de tus pies...Humillante.
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Y con respecto a los pascueros del tema anterior, recordé cuando estaba en pre-kinder y para navidad una de las monjas se vistió de "San Atroz" y se puso una barba de algodón blanco. En plena repartición se le cayó y todas las pendex que aún creíamos en el viejo pascuero salimos llorando...Pathetic.

Yap, un gusto leerte. Sería bueno que alguna vez te asignaran un tema así en la Página del lector, para salir de la aridez de las cuentas, impuestos, patentes, etc. Se me va el Kelly bus !!!

Saludos, Karen C.
(La practicante versión 2006)

21/2/06 2:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Tengo una anécdota. Por patético que suene con mis amigos scout jugábamos siempre a tirarnos los mojones de las vacas por la cabeza. Hacíamos guerra de caca en cada campamento donde habitase una vaca. Eso, hasta que un día una gran amiga mía confundió un mojón con una piedra. Como resultado, otra amiga quedó con 4 puntos en la frente. Moraleja: ¡no se juega con caca!

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Larga vida a ubre

18/4/06 7:54 p. m.  

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