lunes, agosto 13, 2007

El Periodista Standard

A propósito de lo mismo, la versión de Gian Paolo, con su cara y todo, para el periodista de matinal... Cómo cubrir inclemencias climáticas.

martes, agosto 07, 2007

Diez motivos que dan de comer a un matinal

A propósito de la onda polar, las nevazones y ese tipo de cosas que este ingrato invierno nos ha traído, un amigo me habló acerca de la cobertura que suelen hacer los periodistas de los matinales al respecto. Entonces recordamos cuando en la etapa de revista electrónica de este blog (hace como tres años), nuestro amigo Bautista escribió este artículo, que sigue plenamente vigente...

Los matinales no sufren con las tragedias. Al contrario, gozan. Es más, se alimentan de ellas. Claro, un espectador no aguanta cuatro horas de transmisión con consejos de cocina o belleza: la mañana también debe ser un espacio sufrido del día.

1)
Argumento dramático: Asaltos a locales comerciales en más de una ocasión.
Locación: Local asaltado.
Entrevistado: Locatario.
Frase con que el editor se queda contento: “Lo he perdido todo, esto parece una guerra”; “Cuántas veces más tendremos que aguantar a los desadaptados de siempre sin que el gobierno haga algo”.

2)
Argumento dramático: Que llueva. Poco o mucho, pero que llueva.
Locación: Paso bajo nivel.
Entrevistado: Señor que cruza gente en carrito.
Frase con que el editor se queda contento: “Todos los años es lo mismo”; “Hay que aprovechar pa’ hacerse unas monedas”.

3)
Argumento dramático: Catástrofes en general.
Locación: Grieta de terremoto, escombros de una construcción, etc.
Entrevistado: El que haya quedado más desarmado.
Frase con que el editor se queda contento: “Parecía que la tierra se abría”, “Perdí en menos de un minuto lo que había trabajado en 30 años”.

4)
Argumento dramático: Virus de temporada (sincicial, influenza, etc.).
Locación: Algún hospital que se esté despedazando o el consultorio de alguna comuna pobre.
Entrevistado: Mamá con hijo en brazos llorando debajo de una mascarilla que expele vapor.
Frase con que el editor se queda contento: “Llegué a las cuatro de la mañana y todavía no me atienden”.

5)
Argumento dramático: Embarazo o enfermedad del conductor o conductora del programa.
Locación: Casa del animador.
Entrevistado: El animador o alguno de sus familiares.
Frase con que el editor se queda contento: “¡Oye –refiriéndose al reemplazante–, no me vayai a aserruchar el piso!”.

6)
Argumento dramático: Eventos paranormales (ovnis, piroquinesis, etc.).
Locación: Lugar del avistamiento y/o estudio.
Entrevistado: Testigo inmediato, ufólogo o parasicólogo.
Frase con que el editor se queda contento: “Era como si una luz se acercara hacia mí”; “Sería demasiado soberbio pensar que estamos solos en el universo”.

7)
Argumento dramático: Lanzamiento de la nueva teleserie.
Locación: Lugar de filmación.
Entrevistado: El y/o la protagonista.
Frase con que el editor se queda contento: “Leandro (o el nombre que tenga el personaje) es un loco. Vive una vida llena de fiestas, pero en el fondo es muy solo”; “La Jenny es una chica súper intensa. Siempre anda como despistada por la vida, pero en el fondo –todo siempre es en el fondo– las cacha todas”.

8)
Argumento dramático: Campaña solidaria.
Locación: Generalmente en estudio, intercalando con imágenes de gente afectada.
Entrevistado: Benito Baranda, Don Francisco o el que sea que lidere la campaña.
Frase con que el editor se queda contento: “Los chilenos volvimos a demostrar que somos solidarios”; “No seremos campeones mundiales en muchas cosas, pero hoy volvimos a demostrar que somos top ten en solidaridad”.

9)
Argumento dramático: Algún hecho de conmoción mundial (es decir, cualquier acontecimiento que le lleve muertos, desastres naturales o escándalos).
Locación: Estudio, con reiteración permanente de las imágenes más sangrientas de las cuales exista registro.
Entrevistado: Raúl Sohr, Libardo Buitrago o Ricardo Israel (que el día de la catástrofe y los siguientes se pasean por diferentes canales).
Frase con que el editor se queda contento: La más apocalíptica posible.

10)
Argumento dramático: Muerte de una persona por alguna razón poco común (picada de araña, vinchuca, devorado por un león que se escapó de un circo, etc.).
Locación: Lugar de los hechos.
Entrevistado: Testigo directo o, en lo posible, el familiar más cercano (y más afectado). También se suele invitar al estudio a un aracnólogo, leonólogo o vinchucólogo, según sea el caso.
Frase con que el editor se queda contento: Descripción detallada acerca de la muerte de la víctima

viernes, julio 13, 2007

Se viene Infest


Infest es un festival alternativo que se realizará el 14 de agosto. Puedes participar en el sorteo de una entrada si es que pegas en tu blog o fotolog la imagen que está ahí arriba, y después das aviso a concursos@infest.cl. Y bueno, eso es precisamente lo que yo estoy haciendo.

miércoles, abril 11, 2007

La cara de Moreira


El diputado Iván Moreira se ha dedicado en las últimas semanas a ocupar uno de los espacios más tradicionales y buscados por los parlamentarios: las mañanas de fin de semana. Así, lo hemos tenido dando conferencias de prensa hasta por la inmortalidad del cangrejo, aprovechando la conocida baja en el flujo noticioso de esos días, lo que suele aumentar las posibilidades de aparecer en los medios de comunicación (que es lo que, finalmente, más importa a los "polillas").

Su última conferencia, el sábado 7 de abril, versó sobre el desacuerdo que él tenía con la idea de aumentar en 20 el número de diputados, una de las tantas propuestas que buscan convencer a la derecha para democratizar en algo, aunque sea un poquito, nuestro impresentable sistema electoral.

El argumento de Moreira era que esos 20 diputados le costarían al Estado, entre pitos y flautas, 4 mil millones de pesos adicionales por año, los que pueden destinarse a fines sociales. Muy considerado él, aunque sin darse cuenta de que deja en evidencia lo "cara de raja" (como él mismo alguna vez le dijo a Schaulsohn) que son.

Porque si 20 diputados significan $4 mil millones al año, entonces los 120 de la actualidad le cuestan al Estado $24 mil millones. O sea, Moreira le cuesta al Estado $200 millones por año, casi $17 millones por mes.

Bueno sería que, antes de plantear sus cuestionamentos y no proponer nada en pro de mayor democracia (palabra que a él debe darle alergia), mire cómo anda por casa.

martes, agosto 08, 2006

NO PARÉ DE SUFRIR

Estuvimos en “Pare de sufrir”, el día en que regalarían “La rosa ungida con el perfume de María”, una flor que absorbe los males, los mismos que todos sacaron de sus cabezas, en una orquestada catarsis colectiva, con exorcismo mula incluido. Es que aquí el sufrimiento se congela, salvo, claro está, para el bolsillo. Ese pobre sí que sufre. Cómo sufre.

Soy algo insomne. Por más temprano que deba levantarme al día siguiente, mis jornadas suelen terminar pasadas las 02:00 am. No tengo nada que hacerle. En esta dinámica, una de mis mejores compañías en el último tiempo han sido los repuestos Archivos Secretos X.

Una de esas noches, mientras Chilevisión daba un respiro a los siempre agitados Mulder y Scully, un inusual aviso era el sostén para una invitación igualmente inusual: la iglesia “Pare de Sufrir” llamaba a todos los televidentes a asistir el viernes siguiente a su céntrica sede, para recibir totalmente gratis “la rosa ungida con el perfume de María”. Yo no quise quedarme sin un ejemplar de tan sacro regalo, así es que puntualmente estuve ahí ese viernes, a las 20 horas.

“Pare de sufrir” no se llama “Pare de sufrir”. Esa frase es, en realidad, algo así como un eslogan, una idea fuerza. El verdadero nombre de la institución que busca acabar con el sufrimiento humano es “Iglesia Universal del Reino de Dios”, pero el eslogan es tan elocuente que se fue transformando en nombre, y hoy incluso figura arriba de las puertas de su sede, un antiguo teatro de calle Nataniel, a pasos de la Alameda.

En el hall de entrada, mujeres sentadas en una mesa conversan con algunos fieles, y carteles advierten que está prohibido fotografiar o grabar la ceremonia, aunque sea en audio. El teatro se va poblando de a poco, y cuando ya está totalmente lleno aparece arriba del escenario el pastor, vestido de traje y corbata. Con su acento brasileño pide a todos los fieles que se pongan una mano en el corazón y empiecen a cantar. Todos lo siguen, mano derecha en el corazón, mano izquierda al cielo, ojos bien cerrados. Mientras, y desde antes de la salida a escena del pastor, sujetos que parecen meseros del Bar Nacional y mujeres con traje de azafata se pasean por los pasillos del recinto, observando a la audiencia con mirada fiscalizadora, como si buscaran algo. O a alguien.

“Pare de sufrir” es conocida por dos cosas: una es el programa de televisión que emiten en el trasnoche de TVO, en el que los insomnes fieles llaman para que el pastor de turno les diga, precisamente, cómo parar de sufrir; otra es su extendida fama de pedigüeños.

Los rasgos de ese segundo factor no tardan en aparecer. Terminado el cántico inicial, el pastor llama a todos los fieles a que pasen adelante a dejar el sobre con el “diezmo” —es decir, el 10% de los ingresos de los fieles—. El hombre de los teclados hace sonar su instrumento, mientras bajo el escenario se ubican dos “obreros” —que son los garzones del Bar Nacional y las azafatas— con canastos abiertos, listos para recibir los sobres. La gente pasa en masa hacia delante, pero los sobres que caen dentro de los canastos son los menos. La mayoría prefiere depositarlo directamente en las divinas manos del pastor.

Los contribuyentes vuelven a sus asientos. El pastor les dirige unas palabras, hasta que pregunta: “¿Quién está sufriendo?”. Todos sufren. Se repite la pregunta. Se repite la respuesta. El hombre-orquesta pide al pueblo sufriente que se lleve las manos a la cabeza y que cierren los ojos. Que piensen en su sufrimiento, en aquello que los atormenta, y como si lo tuvieran cogido les indica que retiren rápidamente sus manos de la cabeza, mientras gritan a ese dolor: “¡Sale!”. La operación es sucesiva y dura un rato prolongado, en que todo el mundo expulsa los males una y otra vez.

Mientras, el inicial recorrido de los obreros ahora parece cobrar sentido. Cada uno se dirige en particular a un asistente, pidiendo permiso entre los demás hasta llegar a él (o ella). Todo indica que fue detectado y elegido desde un principio. Los obreros le ponen las manos sobre la cabeza y acompañan sus gritos con los propios, sacando los males de adentro del sufriente, incluyendo particularidades —“¡saca ese problema sentimental!”, grita una obrera algunos metros delante de mí—, y zamarreándolo duro y parejo. El griterío es absoluto, la catarsis es total.

El pastor comienza a llamar a la calma a la población sufriente, que aliviada vuelve en sí. En medio de toda la faramalla, una mujer ha sido subida al escenario. Está algo vuelta sobre sí misma, con las piernas levemente flectadas y la cabeza gacha. Permanece inmóvil. Debe tener unos 40 años. El pastor la introduce y anuncia que se comunicará con ella, que sigue inmóvil. “Cuál es tu nombre”, le pregunta. Nada. “Cuál es tu nombre”, repite. Nada otra vez. Ahora la toma por el hombro, y le plantea la pregunta con singular ahínco: “¡Confiesa! ¡Cómo te llamas!”. La mujer, con una voz que ya la hubiera querido el director de El Exorcista, responde esta vez: “Dolor”. “¡Qué más!”, insiste el pastor. “Desilusión”, contesta la poseída mujer.

Luego de la presentación de rigor, el diálogo entre la señora Dolor Desilusión (SDD) y el pastor (P) continúa de la siguiente forma:

P: ¡Dónde estás, dónde está ese dolor!
SDD: En la casa…
P: ¡Dónde más!
SDD: En el vientre…
P: Voy a pedirte tres minutos, nada más que tres minutos, para hablar con ella…

El pastor pone las manos sobre el engendro, y éste vuelve en sí. Ahora ya no es la cosa, sino la mujer, y resulta que ya no se llama ni Dolor ni Desilusión. Ahora se llama Pamela, y (era que no) está sufriendo. El hombre le pregunta por qué sufre, qué le duele. Todo. A Pamela le duele todo. El buen pastor le habla, le dice que “todo va a estar bien mi Dios, en el nombre de Jesús”.

Luego de esto, Pamela se va y la cosa vuelve. El pastor pone su mano izquierda en la cabeza del engendro y comienza a expulsar los muchos demonios que éste lleva dentro. La cosa se pone a tiritar, le dan espasmos, tantos que su abrigo cae. El pastor sigue expulsando demonios, hasta que el engendro con rostro de mujer deja de tiritar. Lentamente vuelve Pamela. El pastor la mira, le pregunta cómo está. “Bien”, responde. “¿Le duele algo? ¿La espalda? ¿El vientre?”. Nada. Todos los dolores y demonios con que Pamela llegó se han ido. Aleluya.

El espectáculo ha sido tan burdo e irrisorio como suena, pero el pueblo sufriente parece haberlo comprado.

Directo al grano

El pueblo sufriente se siente mejor. Despojados de sus dolores, ya están en condiciones de seguir despojándose de algo más. La ceremonia, de este modo, sigue exactamente por donde tiene que seguir.

P: ¿Cómo están? ¿Están contentos? Qué bueno que estén contentos… Ustedes se ríen porque saben lo que les voy a pedir, ¿verdad? ¿Qué les voy a pedir? ¿Qué cosa? Claro, la ofrenda… Hay quienes dicen que nosotros sólo pedimos plata, pero ellos no saben que todo esto cuesta mucho mantenerlo. Porque esta iglesia, los comerciales, el programa de radio, el programa de televisión, todo eso sale muy caro… Primero, los que quieran dar cien mil, cincuenta mil, treinta mil, veinte mil, diez mil, y hasta cinco mil pesos (tal cual), que pasen adelante, y les regalaremos una Biblia.

Muy pocos van. Unas cinco personas, tal vez. Una señora delante de mí mira su monedero. Hay apenas un par de chauchas, que contrastan dramáticamente con las escandalosas cifras que el desinteresado pastor acaba de solicitar. Bajo el escenario se ubican dos obreros. Uno sostiene el canasto que recibirá el aporte. El otro bendice con agua la mano (sí, la mano) que depositó el dinero en el canasto y hace entrega de una edición barata de la Biblia.

Luego de esto, el pastor llama a quienes puedan aportar $4 mil o menos, claro que ellos no se llevarán una Biblia, sino sólo un folleto. El pueblo sufriente esta vez acude en masa.

Terminadas las ofrendas, nadie se salva. “¿Alguien llegó tarde?”, pregunta el pastor. “El que llegó tarde, que pase adelante a dejar el sobre con el diezmo”, solicita. Todos deben cumplir con el mandamiento número 11.

La misa ha avanzado, el final ya se acerca. Y, con éste, el momento más esperado. La rosa ungida con el perfume de María. Los obreros se reparten por todo el lugar, cada uno con decenas de rosas. Una para cada uno, otra más si quiere llevarle a un familiar que no pudo ir. La flor está cubierta en partes por una especie de barniz, que le otorga un penetrante olor. Será ése el perfume de María, suponemos (aunque si María tenía ese olor, la verdad es que olía bastante mal).

Pero lo de la rosa no es así nomás, no pues. Ésta es sólo la primera ocasión. El pastor anuncia que lo de la rosa es a largo plazo. Éste es sólo el primero de siete viernes, en los que se repartirá siempre una rosa con la que hay que volver sí o sí el viernes siguiente porque, si no, la cosa no funciona. La flor, en ese lapso, absorberá todo lo malo de las casas. Y para presionar (perdón, motivar) aun más, junto con la rosa entregan una cuponera con siete cupones, cada uno de los cuales representa a un viernes en particular. En cada uno, y en el viernes correspondiente, hay que escribir algo por lo cual el sufriente quiere que los buenos pastores recen durante la semana. Y los buenos pastores, de seguro, lo harán.

Y para seguir motivando, entregan también un sobre. Por delante dice “Luz”; por el reverso, “Tinieblas”. La idea es que el sufriente anote en la parte luminosa tres cosas buenas que quiere que le pasen, mientras que en la zona oscura debe escribir tres cosas malas que quiere que le dejen de ocurrir. “Ustedes van a venir la próxima semana. Entonces se va a producir una separación. Vamos a separar la Luz de las Tinieblas”, explica el pastor, mientras corta la aleta del sobre, que en siete días más será quemada, haciéndose humo todos los males. Pero nada es gratis, así es que es de imaginar que lo del sobre no es porque sí. La próxima semana no se puede volver sólo con simples anotaciones. Dentro, también debe ir algún aporte, por supuesto.

Antes de irnos, el pastor llama adelante a quienes fueron por primera vez. Les dará una bendición, pero primero es necesario medir el rating, la rentabilidad de los soportes. “¿Quién vino porque lo trajo un familiar? ¿Quién vino por la radio Colo-Colo? ¿Quién vino por la radio Sintonía? ¿Quién vino por el aviso en Chilevisión?”, pregunta el pastor sólo por curiosidad.

Luego vienen las bendiciones, y ahora sí podemos irnos en paz, tranquilos. Ya no hay demonios dentro de nosotros, la señora Dolor recuperó su nombre y la rosa hará lo que resta durante la siguiente semana. Eso sí, si es que cumplimos con los requerimientos del buen pastor. Gracias a él paramos de sufrir, así es que bien vale la pena el esfuerzo. Y otro. Y otro más…


Algunos links en torno al cuenteo de "Pare de Sufrir" en el mundo:
http://www.laprensa.com.ni/archivo/2005/mayo/11/nacionales/nacionales-20050511-23.html
http://www.defiendetufe.org/pare_de_sufrir.htm
http://www.diariode.telecinco.es/dn_31.htm
http://nuevaliteratura.com.ar/polit9.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_Universal_del_Reino_de_Dios
http://www.agenciaperu.com/investigacion/2002/ago/paredesufrir.htm

viernes, julio 07, 2006

CREANDO ALARMA PÚBLICA


La delincuencia nos está volviendo locos, Santiago es una de las ciudades más peligrosas del mundo en este momento, y ya no hay lugar en el que uno se pueda sentir tranquilo. Cualquiera puede ser el delincuente: el que parece ejecutivo, la que parece dueña de casa, el que parece junior, todos. Nadie es lo que aparenta, lo único que el prójimo puede ser es potencial delincuente. Cuidado con quien siquiera nos roce, porque del roce a la mochila, la cartera o lo que sea, hay un solo paso.

En las calles la gente se ve tranquila, y a veces pareciera estar todo de lo más normal, pero no nos engañemos. Los medios de comunicación y ciertos dirigentes nos dicen a cada rato que está la escoba, que esto es una selva. Y si ellos lo dicen, pues habrá que creerles. ¿O no?

El acabose vino con el asalto a una joyería del Parque Arauco (porque no vamos a decir que es lo mismo que asalten una joyería del centro, a que asalten una del Parque Arauco, ¿verdad?). Por esos días, el titular principal de La Segunda citaba al mencionado asalto en los pequeños tipos de su epígrafe, mientras que las grandes letras rojas del título nos anunciaban que esta ciudad es invivible, y que todos están muertos de miedo.

Por esto, si la cosa se trata de extrapolar y crear alarma, acá proponemos la forma en que otras noticias tendrían que haberse abordado:

(El titular decía…)
Doble parricida:
ASESINÓ A SUS PADRES PARA COBRAR PENSIÓN DE $900 MIL
- Ex universitario confesó el crimen.

(El titular debió haber dicho…)
Afirman especialistas:
PADRES JUBILADOS NO DEBEN CONFIAR EN SUS HIJOS
- Parricidio de Temuco sería sólo la punta del iceberg.

(El titular decía…)
AGRICULTOR MURIÓ TRAS BEBER POR EQUIVOCACIÓN VASO CON CLORO

(El titular debió haber dicho…)
Muertes por consumo aumentaron en 100%:
EXPERTOS ADVIERTEN SOBRE MODA DE BEBER CLORO

(El titular decía…)
MICROBÚS SE INCENDIÓ EN PLENA ALAMEDA

(El titular debió haber dicho…)
Tras alarmante aumento de incendios espontáneos:
LLAMAN A NO USAR BUSES DE LOCOMOCIÓN COLECTIVA

(El titular decía…)
IMPACTANTE ACCIDENTE EN AVENIDA KENNEDY DEJÓ CAMIONETA PARTIDA EN DOS

(El titular debió haber dicho…)
Usuarios de estos vehículos anuncian movilizaciones:
CRECE TEMOR POR CAMIONETAS QUE SE PARTEN

jueves, junio 01, 2006

LAS TOMAS QUE VIENEN

Los estudiantes secundarios dieron el ejemplo. Porque la educación que reciben es como las reverendas, pararon sus actividades cotidianas (algo así como estudiar) y se tomaron sus colegios y liceos. Dadas las circunstacias, este modelo del 'ta bueno ya también podría ser llevado a la práctica por otros disgustados agentes de la sociedad que lleven mucho tiempo esperando por soluciones. Por eso, si la cosa se trata de ir al fondo, propongo que además se efectúen las siguientes tomas:

- Que los estudiantes universitarios se hagan de la mitad de sus universidades, porque la educación que reciben es tanto o más penca que la secundaria.

- Que los ex estudiantes universitarios se tomen la otra mitad de las universidades, porque la educación que les dieron no les sirvió de nada en un país saturado de profesionales y apitutados.

- Que los cotizantes del sistema previsional privado se tomen las AFP, que entregan jubilaciones cada vez más ridículas y hacen de la jubilación una etapa cada vez más ingrata.

- Que los afiliados al sistema de salud privado se tomen las Isapres, que ganan plata como enfermos, mientras a los verdaderos enfermos los cubren en porcentajes irrisorios, no los dejan afiliarse si tienen antecedentes de enfermedades anteriores, y les suben aún más los ya altísimos montos mensuales si es que se enferman más de lo que a ellos les parece que alguien debe enfermarse.

- Que los santiaguinos se tomen Santiago, exigiendo poder respirar algo que no sea material particulado.

- Que los chilenos se tomen el país, exigiendo una distribución del ingreso menos escandalosa y más igualitaria*.

(¿Alguna más?)

*El 10% más rico del país percibe más del 41% del ingreso total; el 10% más pobre se lleva poco más del 1%; según un estudio de la ONU, estamos en el lugar 113 entre 124 países estudiados.